MIGUEL PANADÉS

Decía Mario Pesquera en, precisamente, una de sus clases maestras en el Curso Superior de Entrenadores, que un técnico tiene que tener aprendido todo el libro táctico para, en función de las características propias y del rival, saber proponer planteamientos diferentes o responder a los que exponga el adversario. También insisten una y otra vez los seleccionadores que aceptan ese reto de ser creativos tácticamente, que las capacidades de los jugadores y jugadoras para interpretar esas diversas propuestas son mayores de lo que muchos entrenadores creemos.

Llega esta reflexión motivada por la nueva exposición de recursos tácticos que la Selección Española Femenina viene ofreciendo durante el Eurobasket y previamente en los partidos de preparación. Lucas Mondelo y sus entrenadores ayudantes Víctor Lapeña e Isa Sánchez abren el libro táctico, el menú de planteamientos ofensivos y defensivos y diseñan el guión del partido para sacar el máximo partido de las virtudes propias y explotar aquellas ventajas sobre las debilidades del rival. Detectan y anticipan dónde podemos ser inferiores y ahí construyen las estrategias para disimular carencias.

Pero claro, expuesto así, parece que un partido de baloncesto se parezca más a una obra de ingeniería, a una fórmula física o matemática, que a un deporte expuesto a variables, a sensaciones, a emociones… Y es ahí donde de pronto aparece un factor diferencial, inculcado desde la base de esas selecciones de formación aunque potenciado tanto por la mentalidad del seleccionador como por las características de unas jugadoras especiales. Por una parte y ante los habituales cambios de planes en los partidos aparece de pronto esa estudiada intuición de la que Mondelo hace una ciencia. Cree que un nuevo planteamiento que no entraba en los planes iniciales puede funcionar y lo propone sin miedos, sin reservas, sin prejuicios de haber sido trabajado previamente hasta el detalle. Y lo hace porque, y ahí entra otra de las claves de este grupo, las jugadoras de esta selección poseen una facilidad natural y adquirida en muchos años de selecciones, para saber interpretar en la pista con gran inteligencia lo que se les propone en un minuto o en un descanso, desde la pizarra.