MIGUEL PANADÉS

España estará en semifinales y, de momento, ya seguro en el Pre-Olímpico. Pero para llegar ahí, para poder sonreír y abrazarse, para poder llorar de emoción, tuvo que superar un cruce de cuartos no apto para corazones delicados en uno los partidos más dramáticos que recuerda nuestro baloncesto. Una agonía que acabó en fiesta, en fiesta merecida, porque la trayectoria de nuestro equipo era, es, impecable.

Y es que el cruce de cuartos no tiene memoria, no respeta trayectorias en el campeonato, no mantiene relación que el juego expuesto hasta ese día. Se convierte en un duelo a vida o muerte en el que da igual si un equipo accede invicto y protagonizando un baloncesto de libro o llega cuarto habiendo mostrado dudas has ese momento. Es un partido que se convierte en la frontera entre el éxito o la decepción, la línea que separa el bien del mal. De ahí que ante Montenegro, otra de esas selecciones de altísimo nivel que ratifican la igualdad de un Eurobasket implacable, la tensión se  apoderase de algunas jugadoras y esa fluidez con la que España había gestionado los partidos hasta ayer, no se plasmase sobre el parquet.

De salida, los rebotes ofensivos de Laura Nicholls compensaban los bajos porcentajes en una puesta en escena de dos selecciones defendiendo a máximo nivel. Montenegro desde la agresividad lindando los límites de lo permitido y España buscando desde la estrategia neutralizar las jugadoras más peligrosas. En el minuto cinco con 10-6 en el marcador apareció la nacionalizada y conocida de nuestra liga Robinson para convertirse en una constante amenaza cerca del aro. Silvia Domínguez y Ana Cruz llevaban el marcador a un ilusionante 16-11 pero tras tiempo muerto montenegrino, tres contraataques consecutivos voltearon el marcador para cerrar el primer cuarto con 16-17.
Nuevamente Silvia Domínguez y la incansable Alba Torrens dispararon el marcador al 28-21 del minuto 14. Skerovic, la “cabeza de la  serpiente” según Mondelo se asociaba bien con Robinson convirtiendo cada ataque en canasta y obligando a España a sacar lo mejor de ella misma para mantener el pulso en un marcador que llegaba al descanso con ventaja (39-37), con Alba yéndose a los 17 puntos pero con una sensación de angustia por ver como ese trance siempre peligroso como es el cruce de cuartos adquiría tantas o más dificultades de las previstas.

La reanudación llegó con malas noticias para España al cometer Ndour su cuarta falta personal en el minuto 22. Nicholls se multiplicaba, en ataque y en los rebotes, y mantenía por delante a nuestra selección que sin embargo y pese a la cuarta personal de Skerovic (minuto 24, 47-41) no se rendía y a base de triples rompía la zona planteada por Mondelo que situaba a Marta Xargay como falsa “cuatro”. La angustia se mantenía y esa presión con la que España convivía desde el principio también empezaba a hacer mella en las montenegrinas. El 55-52 del final del tercer cuarto se convirtió en un esperanzador 60-52 con Alba convertida ya en la auténtica estrella del partido, secundada por una Laura Nicholls maravillosa en la zona.

Pero pese a marcha 10 puntos arriba en el minuto 33 (62-52) la quinta falta de Nicholls (16 rebotes) y la persistencia montenegrina llevó mayor igualdad al luminoso (66-62 en minuto 36). Skerovic aparecía para acercar aún más a su equipo (66-65). El campeonato, el futuro, se decidía en tres minutos finales en lo que España entraba con desventaja 66-67 por primera vez en todo el partido. Un canastón de Xargay encontraba réplica en una imparable bajo los aros Robinson (68-69 en el minuto 38). Astou sumaba canasta  pero también inmediatamente la quinta ante Robinson que a 1,30 del final vlvía a adelantar a Montenegro (70-71). Ana Cruz anotaba a un minuto, Mondelo ordenaba una zona para frenar a Robinson… pero Jovanovic clavaba un triple tremendo, cruel, casi decisivo… a veinte segundos. Anna Cruz, nuevamente, anotaba un maravilloso “dos más uno” a nueve segundos del final que ponía a España un punto  por delante. Una fabulosa defensa de nueve segundos impidió la canasta montenegrina y clasificó a España para semifinales. Agónico, durísimo, inolvidable.