SELECCIÓN FEMENINA
Mundial 2010 Femenino: Diez años del punto de inflexión de la SelFEM
10/3/2020 - 10:39 AM
El 3 de octubre de 2010 España consiguió algo histórico: la primera medalla en un Mundial Femenino. Con José Ignacio Hernández en el banquillo, y Amaya Valdemoro y Sancho Lyttle liderando en la pista, la Selección Femenina comenzaba a asomarse a los puestos de honor de la élite mundial.
ÁREA DE COMUNICACIÓN FEB
El trabajo del baloncesto femenino español venía de mucho tiempo atrás, con el éxito espectacular del oro de Perugia 1993, y la sucesión de cinco medallas consecutivas desde 2001 en Europeos. Pero en los Mundiales y Juegos Olímpicos siempre se había chocado con el muro de los cuartos de final.
El Mundial de la República Checa, celebrado hace exactamente 10 años, rompió esa dinámica y se convirtió en un punto de inflexión. Primero, porque se consolidaron las jóvenes promesas que debutaron en Pekín enlazando dos generaciones espectaculares: la de Amaya Valdemoro, Elisa Aguilar… con la de Alba Torrens o Laura Nicholls. Y segundo por el debut de Sancho Lytlle, esa pieza que siempre había faltado en la selección femenina.
La tradicional falta de centímetros había sido el problema para enfrentarse a los equipos del este de Europa, o a las grandes potencias mundiales (EE.UU, Australia, Brasil, China…). Sancho Lyttle aportaba centímetros y un poderío físico brutal en defensa, además de tener una gran amenaza ofensiva en el interior. En el Mundial 2010 promedió 18.4 puntos por partido, pero también contribuyó a que Valdemoro estuviera más liberada (17.7), Anna Montañana pudiera abrirse para amenazar desde el triple (10.7) o comenzara a explotar Alba Torrens en el puesto de tres (8.2).
España fue enlazando victorias en las cinco primeras jornadas de grupo (ante Mali, Corea, Brasil, Japón y la República Checa) y solo cayó ante Rusia en un partido que pudo haber cambiado el camino a la final. En cuartos de final, España brilló para derrotar a una Francia con un gran potencial físico (74-71).
Las de José Ignacio Hernández se cruzaban con Estados Unidos en semis, el auténtico ‘dream team’ del campeonato con los mimbres con los que dominaron toda la década (Taurasi, Moore, Bird, McCoughthry…). En la otra semi se metía en la final las anfitrionas, una República Checa que había perdido de 20 ante España (77-57) y que finalmente se llevó la plata.
Faltaba el partido del bronce, jugado el 3 de octubre. España se enfrentaba a la emergente Bielorrusia por la primera medalla en un Mundial. Las de José Ignacio se pusieron por delante en el primer cuarto (28-15) y aguantaron el resto del partido con un gran partido de Lyttle (22), Torrens (19), Valdemoro (16) y Montañana (12).